A menudo, los gritos no son vistos como una forma de
violencia hacia el niño. Casi todos los padres han gritado alguna vez a sus
hijos y muchos lo hacen de forma habitual, pero debemos saber que gritar a los
niños daña su autoestima.
Está comprobado científicamente
Muchas veces se piensa “si total por un par de gritos, qué
le va a pasar”, pero está comprobado científicamente los efectos que tienen los
gritos en la infancia sobre los niños.

El 45% de las madres y el 42% de los padres admitieron
haber gritado y en algún caso insultado a sus hijos, no hacen faltan que sean insultos grandes pero tales como “tonto/a”, “eres un marrano/a” etc... Los investigadores comprobaron los efectos de esa violencia verbal sobre los niños y encontraron que habían desarrollado diversos problemas de conducta en el año sucesivo comparado con los niños que no habían recibido gritos.
Los problemas van desde discusiones con compañeros,
dificultades en el rendimiento escolar, mentiras a los padres, peleas en el
colegio, síntomas de tristeza repentin
a
y depresión, baja autoestima, estar siempre en el cuarto, etc.
Los efectos de los gritos
Todos esos problemas de conducta surgen a raíz de que los
gritos van minando poco a poco su autoestima y su autoconfianza. Ni hablar si
además se utilizan insultos como “inútil” o “vago”.
El niño acaba creyéndose que es un inútil o un vago, o
incluso etiquetas más light que les solemos poner como torpe, tonto, etc.

Evitar los gritos es posible, nunca es tarde para modificar
conductas que son dañinas para los hijos. Sobre todo cuando lo que queremos es
ganarnos su confianza, no alejarnos más de ellos, que creen su propia
personalidad no la que nosotros queramos, y que de mayores sean capaces de
elegir por sí mismo sin temor a que si se equivocan no le esperen gritos ni
malas palabras, capaces de ir creando su propio camino.