lunes, 27 de julio de 2015

Gritar a los niños daña su autoestima.

A menudo, los gritos no son vistos como una forma de violencia hacia el niño. Casi todos los padres han gritado alguna vez a sus hijos y muchos lo hacen de forma habitual, pero debemos saber que gritar a los niños daña su autoestima.
Está comprobado científicamente
Muchas veces se piensa “si total por un par de gritos, qué le va a pasar”, pero está comprobado científicamente los efectos que tienen los gritos en la infancia sobre los niños.
La Universidad de Pittsburgh y la Universidad de Michigan han colaborado en un estudio conjunto, publicado por la revista Child Development, en el que han hecho un seguimiento del comportamiento de casi mil familias compuestas por padre, madre e hijos de entre 13 y 14 años.
El 45% de las madres y el 42% de los padres admitieron

haber gritado y en algún caso insultado a sus hijos, no hacen faltan que sean insultos grandes pero tales como “tonto/a”, “eres un marrano/a” etc... Los investigadores comprobaron los efectos de esa violencia verbal sobre los niños y encontraron que habían desarrollado diversos problemas de conducta en el año sucesivo comparado con los niños que no habían recibido gritos.
Los problemas van desde discusiones con compañeros, dificultades en el rendimiento escolar, mentiras a los padres, peleas en el colegio,  síntomas de tristeza repentin
a y depresión, baja autoestima, estar siempre en el cuarto, etc.

Los efectos de los gritos
Todos esos problemas de conducta surgen a raíz de que los gritos van minando poco a poco su autoestima y su autoconfianza. Ni hablar si además se utilizan insultos como “inútil” o “vago”.
El niño acaba creyéndose que es un inútil o un vago, o incluso etiquetas más light que les solemos poner como torpe, tonto, etc.
Los gritos no dejan secuelas físicas, pero sí psicológicas y emocionales. Crecer con un patrón familiar donde los gritos son moneda corriente les hace inseguros, retraídos y acaban creyendo que es la única manera de hacerse valer, sometiendo a otro a gritos, algunos no llegan a someter a otro a gritos, sino que simplemente se callan ante lo que le digan, los problemas los puede exteriorizar (sometiendo a otros a gritos) o interiorizar (callándose siempre ante lo que le digan). Normalmente los niños que más interiorizan tienen más posibilidad de sufrir depresión, baja autoestima y una forma fácil de reconocerlo es que siempre responden a preguntas que le hagamos en las que hay elegir, por ejemplo: ¿qué te parece mejor poner el cuarto azul o verde? responden con un “me da igual”.

Evitar los gritos es posible, nunca es tarde para modificar conductas que son dañinas para los hijos. Sobre todo cuando lo que queremos es ganarnos su confianza, no alejarnos más de ellos, que creen su propia personalidad no la que nosotros queramos, y que de mayores sean capaces de elegir por sí mismo sin temor a que si se equivocan no le esperen gritos ni malas palabras, capaces de ir creando su propio camino. 

martes, 21 de julio de 2015

Abecedario en 3D

Fantástica idea para enseñar el abecedario a los alumnos. Si se dispone de un espacio en el aula, se puede organizar con cajas de cartón (ideal utilizar cajas de folios) esta pequeña estanteria-abecedario, donde cada apartado corresponde a una letra y en el que se colocan objetos que comiencen con la letra correspondiente.
El montaje es muy sencillo, basta con enganchar las cajas unas a otras utilizando cola y reforzando con pinzas especiales para papel, y colocar en su interior una hoja de papel de colores con las letras impresas en tamaño grande.
Los niños estarán encantados de ayudar a su montaje y seguro aprenden mucho más rápido las letras del abecedario.
Fuente imagen:
Pinterest
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domingo, 19 de julio de 2015

Cómo trabajar la educación multisensorial con los peques

 Los peques empiezan a descubrir y a explorar el mundo que les rodea a través de de los sentidos y a través del movimiento de su cuerpo.
Es por eso que debemos proporcionarles unas condiciones óptimas para que aprendan mediante la educación multisensorial, realizando actividades contextualizadas y que aporten sentido y significado a los peques en ese momento, actuando y centrándose también según el interés de los peques.
Cualquier elemento de la vida cotidiana sirve para aprender características de lo que nos rodea a partir de los estímulos que percibimos de éste y de del análisis que le hacemos mediante nuestros sentidos.

A través de los alimentos, los peques pueden aprender muchas características de éstos y de propiedades en general. Por ejemplo, partiendo de una rebanada de pan podemos hablar con los peques de su color, textura, si es blando o duro, qué forma tienes, si huele, probarlo…Los peques practicarán la expresión oral mientras activan sus procesos cognitivos para analizar qué propiedades son las que caracterizan a ese alimento que tienen en sus manos.
A continuación podrían trabajarse de forma experimental los cambios o reacciones que se dan cuando nos disponemos a tostar el pan. Mostrar en directo los cambios y que los peques lo observen y puedan comparar el antes y el después, ayuda a que sepan expresar las diferencias con lo que han visto anteriormente y anticipar qué cambios pueden darse antes de tostar el pan, hacer hipótesis, con lo que también los introducimos en el pensamiento científico. De esta manera, podrán comprobar por sí mismos, que el color del pan se ha oscurecido, que está más duro y que hace sonido al romper un trozo, que tiene un sabor diferente a cuando no estaba tostado, etc.
El aprendizaje multisensorial está presente implícitamente en las vidas de nuestros peques; lo que podemos hacer para que se centren en aquello que los rodea y que se paren a pensar y a reflexionar sobre las características y los cambios que se pueden dar en los alimentos o en otros elementos de la vida cotidiana es realizar actividades en las que puedan experimentar con el material en concreto todos juntos y que expliquen todo aquello que ven y piensan, aprovechando situaciones de la vida cotidiana.
Además de esas situaciones cotidianas que son muy importantes, no debemos olvidar también actividades específicas para trabajar los sentidos y ayudar a que los peques los desarrollen con normalidad (vista, oído, olfato, etc)
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sábado, 18 de julio de 2015

Sindrome del Emperador

¿Alguna vez habéis oído hablar del Síndrome del Emperador? En caso de que no sea así os lo presento. ¿Vuestro hijo impone su ley en casa? ¿Sus rabietas agotan vuestra paciencia? Puede que sufra el Síndrome del Emperador, un fenómeno cada vez más frecuente en el que son los hijos los que dominan a los padres.

Características de este trastorno

El perfil de un niño  con Síndrome del niño emperador se caracteriza por ser un niño contestatario, inteligente, rápido, no acepta el límite de su autonomía y cuando no obtiene lo que desea se frustra y estalla. Lamentable actuación cuando los padres son afectuosos e intentan dedicar atención a los niños, les hablan como a iguales y les justifican todas las decisiones tomadas, es lo que se conoce como la democratización de la familia. Puede verse como algo positivo, pero recordemos que son niños y que pueden confundir la democratización con la creencia de tener derechos que en realidad todavía no poseen.

Cuáles son las razones?
Muchos padres se preguntan que han hecho mal, que ha ocurrido, que ha fallado… Los expertos señalan innumerables causas genéticas, familiares y ambientales que ayuden al desarrollo de este síndrome.
Algunos expertos consideran que ha habido un abandono de las funciones familiares, sobreprotección, hábitos familiares determinados por la escasez de tiempo, ausencia de autoridad, permisividad y, sobre todo, falta de elementos afectivos, como la calidez en la relación con los hijos.
Se tiende a culpar a los padres de este tipo de conductas por ser demasiado permisivos y protectores con sus hijos; aunque, también, influye el ambiente porque hoy los niños viven en una sociedad consumista, individualista y que prima el éxito fácil y rápido por encima de todo.

Detectar síndrome del emperador desde el colegio
Como en cualquier trastorno, la detección a tiempo fundamental. Si se detecta a tiempo, y con el adecuado tratamiento psicoeducativo, la situación puede ser remediada. Para ello, es necesario que la familia al completo colabore y se preste al tratamiento, participando con los profesionales adecuados (sobre todo hacia la madre)
La única forma de eliminar estas conductas es con tratamiento especializado, tanto del niño como de la familia.